John Mighton. (Chris Chapman/JUMP)

John Mighton. (Chris Chapman/JUMP)

Es muy habitual escuchar a políticos y pedagogos decir que todos los niños tienen la capacidad de desarrollar sus habilidades y que ninguna persona es mejor que otra. Pero al mismo tiempo, muchos proponen separar a los alumnos cuanto antes mejor, para que los “listos” desarrollen sus habilidades al máximo, y los menos listos logren, al menos, pasar de curso.

El dramaturgo y matemático canadiense John Mighton, emprendedor Ashoka y fundador del programa JUMP («Junior Undiscovered Math Prodigies»), que trata de implantar en las escuelas una nueva forma de enseñar matemáticas, tiene una idea clara: a muchos niños no se les da la oportunidad de mejorar sencillamente porque sus profesores no se preocupan de ayudarles. Pensamos, porque así nos lo han enseñado, que hay niños que, sencillamente, no tienen la habilidad necesaria para ser buenos en matemáticas o lengua, lo asumimos, y les damos por perdidos. Un tremendo error.

Ya en la guardería los niños empiezan a compararse entre ellos y deciden quien es listo y quién no lo es“Las ideas que tenemos acerca de lo que los niños pueden hacer son similares a las que tuvimos en su momento sobre las habilidades intelectuales de los esclavos o las mujeres, ya que están basadas en la ignorancia, no en la evidencia”, ha explicado Mighton a El Confidencial. “Cuando vemos a tantos niños con dificultades para aprender matemáticas, asumimos de forma automática que no tienen el tipo correcto de genes o cerebros, en vez de investigar científicamente si el problema puede tener otras causas”.

Se trata, como explica el canadiense, de un discurso muy cómodo, sobre todo para la gente que cuenta con suficientes recursos: “Los humanos siempre tendemos a mirar a la raza o la genética como causa de los problemas, aunque es mucho más probable que estos estén causados por la falta de oportunidades”. Pero, en vez de preocuparnos por integrar a todos los niños, pensamos en separarlos.

Un alegato en contra de la diversificación

Ahora que está tan de moda la escuela diversificada –esto es, en brocha gorda, separar a los niños según sus habilidades, para tratar de darles una educación más personalizada–, es curioso encontrar una historia pedagógica de éxito que clama por todo lo contrario: la integración como herramienta educativa.

En cuanto un estudiante decide que no tiene talento para las matemáticas deja de trabajar de forma eficiente, deja de preocuparse por aprender y deja de prestar atención“Ya en la guardería los niños empiezan a compararse entre ellos y deciden quien es listo y quién no lo es”, explica Mighton. “Pensamos que estas comparaciones son algo inocente y natural, y no hacemos nada por disuadirlas, de hecho a menudo las animamos. En JUMP pensamos que las comparaciones están en la raíz del pobre rendimiento en matemáticas de muchos estudiantes. En cuanto un estudiante decide que no tiene talento para las matemáticas deja de trabajar de forma eficiente, deja de preocuparse por aprender y deja de prestar atención, tomar riesgos y recordar cosas. Incluso puede desarrollar ansiedad o problemas de comportamiento que va a hacer que aprender matemáticas sea aún más difícil”.

Lo que proponen Mighton y sus colegas con JUMP es dejar de comparar, y separar a los niños, y dar las herramientas a los profesores para que, en una misma clase, todos los alumnos rindan más, independientemente de sus habilidades de partida.

El método de JUMP parte de lo que MIghton llama “conocimiento guiado”. Los estudiantes son alentados a explorar y descubrir las materias por sí mismos, pero los profesores le dan las guías necesarias para asegurarse de que todo el mundo lo consiga. “Gracias al ‘conocimiento guiado’ los desafíos se convierten en peldaños manejables”, explica el matemático. “Los estudiantes son evaluados con frecuencia para asegurarse de que nadie se ha quedado atrás, y se insiste en los exámenes y las prácticas para consolidar los conceptos antes de que el maestro pase a la siguiente lección”.

¿Cómo resuelve el método JUMP las diferencias existentes entre los distintos alumnos? “Los estudiantes que van más rápido reciben preguntas extra, pero estas preguntas son pequeñas variaciones de la lección que se está enseñando”, explica Mighton. “Cuando los estudiantes que van más retrasados ven que sus compañeros pueden hacer trabajos extra empiezan a esforzarse para poder resolver también las preguntas “bonus”. Enseguida toda la clase acaba moviéndose casi a la misma velocidad”.

La historia de un descubrimiento personal

Mighton descubrió su amor por las matemáticas a los 11 años, gracias a un libro para niños en el que dos amigos construían una cinta de Moebius que les permitía viajar por el tiempo. Pero, pese a que siempre sintió fascinación por los números, dejó de estudiar matemáticas cuando le pusieron un aprobado raspado en la clase de cálculo en la universidad. Tampoco fue brillante en lo que respecta a la escritura, su otra pasión.

El programa JUMP es más barato que los métodos tradicionales, así que la sociedad puede reducir la brecha entre estudiantes sin gastar más“Casi me suspenden calculo en la universidad y obtuve la peor nota en escritura creativa de mi curso”, explica Mighton. Pero entonces, con 20 años, descubrió que la escritora Sylvia Plath, una de las más famosas poetisas estadounidenses, había aprendido a escribir memorizando poemas y escribiendo imitaciones de otros escritores. Empezó entonces a entrenarse como escritor y acabó siendo un conocido dramaturgo, con varios premios a sus espaldas. “Después hice lo mismo con las matemáticas y acabé haciendo el doctorado”, explica Mighton. “Lancé JUMP porque no quería que los niños malgastaran el tiempo dudando de sus posibilidades como hice yo cuando era joven”

El método ideado por Mighton se ha implementado ya con éxito en numerosas escuelas canadienses y estadounidenses, pero también en un experimento a gran escala en Bulgaria y en programas pilotos en Irlanda y España. Y parece ser un éxito. Ya que, como insiste Mighton, se han realizado numerosos estudios científicos que demuestran que funciona. El próximo paso: trasladar el método al resto de materias.

Mighton lo tiene claro: hay otra manera de enseñar, y sólo cambiando la forma en que los profesores hacen su trabajo se podrán mejorar los sistemas educativos. El dinero no es un problema. “El programa JUMP es más barato que los métodos tradicionales, así que la sociedad puede reducir la brecha entre estudiantes sin gastar más”, explica el matemático. “Pero, aunque nos costara más enseñar bien matemáticas, los beneficios económicos de tener una sociedad en la que la gran mayoría de las personas disfrutan y son buenos con las matemáticas superaría con mucho los costes”.

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